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Carlos Delrio, de once años, se dedica a completar una asignación de computación en su clase de sexto grado en la escuela Oak Ridge Elementary en Sacramento. Gabriel Salcedo/KQED
Carlos Delrio, de once años, se dedica a completar una asignación de computación en su clase de sexto grado en la escuela Oak Ridge Elementary en Sacramento. (Gabriel Salcedo/KQED)

Un día acompañando a un estudiante de sexto grado: Cómo apoya una escuela a un estudiante con altas necesidades

Un día acompañando a un estudiante de sexto grado: Cómo apoya una escuela a un estudiante con altas necesidades

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Me reúno con Carlos Delrio, de 11 años, al fondo del recinto escolar de Oak Ridge Elementary, donde le deja su mamá todos los días antes de empezar las clases. Es un niño dulce, con carita graciosa y rellena. Delrio es fanático de los superhéroes, y siempre lleva un juego de tarjetas coleccionables de sus favoritos cruzados con capa.

Hoy, nos dirigimos a su aula de sexto grado donde su maestra, Sarah Wagner, nos recibe a nosotros y a los demás estudiantes en el umbral de la puerta.

“Buenos días, Carlos," sonríe Wagner, dándole la mano.

Delrio es uno de unos 200 estudiantes en la escuela de Oak Ridge considerado estudiante que aprende inglés [English language learner en inglés]. Hay un total de 500 estudiantes en la escuela. Delrio habla español en casa, y le cuesta leer y escribir en inglés. También tiene una discapacidad de aprendizaje, por lo que le lleva más tiempo comprender ciertos conceptos.

Bajo el sistema innovador nuevo de finanzas para las escuelas del estado, las escuelas como Oak Ridge ahora reciben más dinero -- y tienen mayor control sobre cómo gastar ese dinero -- para ayudar a apoyar a los niños con altas necesidades.

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Oak Ridge cuenta con $185.000 adicionales con los cuales operar este año.

Tres veces al día, Delrio sale de su aula normal para recibir apoyo adicional.

El reparto de apoyo de Oak Ridge

Delrio pasa la mayor parte de su tiempo en un aula tradicional. Oak Ridge, así como otras escuelas públicas en California, cree que los estudiantes con altas necesidades reciben beneficios cuando se incorporan al aula con otros muchachos.

Pero aun así, Delrio recibe atención en particular.

Este año, Oak Ridge está usando los ingresos adicionales para extender las horas de los asistentes de instrucción para que puedan ayudarlo a él y a otros estudiantes en riesgo.

Cuando llega la hora de su primera clase de apoyo, Delrio salta de pie y se dirige al Aula 27, para ver a Jocelyn Ramírez, la asistente de instrucción para educación especial de la escuela.

Asistente de instrucción para educación especial de Oak Ridge Elementary, Jocelyn Ramírez, reparte asignaciones personalizadas a Carlos Delrio (C) y a cuatro estudiantes más en su clase de apoyo en las matemáticas.
Asistente de instrucción para educación especial de Oak Ridge Elementary, Jocelyn Ramírez, reparte asignaciones personalizadas a Carlos Delrio (C) y a cuatro estudiantes más en su clase de apoyo en las matemáticas. (Gabriel Salcedo/KQED)

“Yo lo conozco mucho mejor,” explica Ramírez. “Yo sé lo que es capaz de hacer y lo que no. Eso me ayuda mucho a la hora de personalizar lo que le estoy enseñando.”

Ramírez ayuda a Carlos y a tres estudiantes más a recortar formas para aprender sobre las fracciones. Delrio recibe 40 minutos de instrucción en las matemáticas básicas en esta clase, y me doy cuenta que es claro que participa más y se siente más cómodo – bromeando con los otros muchachos y ayudando a Ramírez con la asignación.

“Cuando Carlos entra a mi aula, se siente completamente relajado”, comenta Ramírez. “Le encanta aprender, y el trabajo en grupo pequeño le ayuda mucho porque le da más tiempo para enfocarse.”

Pero, admite que Delrio tiene mucho camino que recorrer en lo académico – sigue sin poder sumar o restar mentalmente.

Esto es problemático porque las normas académicas más rigorosas del estado, llamadas Common Core, requieren que los niños usen sus habilidades de criterio mental a un nivel mucho más elevado.

Un paso para adelante, otro paso para atrásk

Antes de comenzar las clases hoy, me senté con la maestra tradicional de Delrio, Sarah Wagner, para conversar sobre la ayuda que recibe Delrio en la escuela.

Wagner dice que si bien agradece el personal de apoyo dedicado, quisiera que Oak Ridge gastara hasta más de los fondos estatales en otras intervenciones para los estudiantes que las necesitan.

Wagner tiene 32 estudiantes en su clase, y explica que no le puede dar a Delrio la atención que se merece.

“Es difícil, porque al final del día, como maestra, simplemente quieres sentir que has hecho una diferencia en sus vidas,” comenta Wagner, con inicio de lágrimas en los ojos. “Me preocupa que no hago lo suficiente por ellos.”

Carlos Delrio juega a las cuatro esquinas con sus compañeros durante el recreo.
Carlos Delrio juega a las cuatro esquinas con sus compañeros durante el recreo. (Gabriel Salcedo/KQED)

Después del recreo, Delrio se dirige de vuelta al aula de Wagner para la clase de inglés, y al concluir el día, está puliendo sus habilidades de lectura con otro grupo pequeño de muchachos en el Aula 27.

“No se trata de ver dónde empiezan los estudiantes, sino ver hasta dónde han llegado,” explica Katherine Craig, maestra de recursos de lectura de Delrio en Oak Ridge.

En la clase tradicional de Delrio, los demás estudiantes de sexto grado leen una complicada novela de misterio. Pero en el salón de Craig, el niño de 11 años opta por una obra clásica de Dr. Seuss, “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!”

“En mi clase, pueden sentir la libertad de leer y disfrutar del libro que quieran,” comenta Craig. “Les ayuda mucho para ganar confianza y motivación por lo que son capaces de leer, y pueden sentir el éxito.”

Cuando Delrio comenzó a recibir el apoyo de Craig, leía sólo 14 palabras por minuto, y con las justas lograba completar una frase. Ahora lee hasta 26 palabras por minuto, y es capaz de terminar pequeños párrafos.

Carlos Delrio, de once años, participa en una discusión en grupo en su aula de sexto grado en la escuela Oak Ridge Elementary.
Carlos Delrio, de once años, participa en una discusión en grupo en su aula de sexto grado en la escuela Oak Ridge Elementary. (Gabriel Salcedo/KQED)

“Para todas estas personas él es importante, para la comunidad él es importante”, explica Craig. “A mí me parece maravilloso para Carlos ver que avanza en la lectura, pero avanza de otra forma. Sencillamente toma tiempo.”

Oak Ridge y otras escuelas públicas en el estado pronto tendrán una idea más clara de los resultados que han logrado con el apoyo económico.

El año pasado California debutó una nueva prueba estandarizada, y los educadores anticipan recibir datos de rendimiento más robustos, los cuales podrán influir mucho en sus decisiones de gastos para el año entrante.

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Este informe es el segundo de Budgeting From the Blacktop/Manejando el presupuesto, una serie de cuatro partes de Ana Tintocalis, que analiza profundamente la escuela primaria de Oak Ridge Elementary.

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